jueves, 31 de mayo de 2012

Economía es Biología



Hoy me tomo la libertad de copiar una carta que me ha llamado mucho la atención.
Allá va:

"La mejor lección sobre economía se la escuché al paleontólogo Juan Luis Arsuaga. En la clausura de unas jornadas le preguntaron: “¿Podría definirse la naturaleza como una red en donde todo está conectado?”. Arsuaga respondió: “Exactamente. La biología es una serie sucesiva de sistemas. Una célula es un sistema; un organismo es un sistema; una familia, un grupo social, una población son sistemas y, finalmente, las poblaciones viven dentro de comunidades que son ecosistemas”. Entonces comprendí las analogías entre biología y economía (tiburón financiero, hormiguita ahorradora…). Son, esencialmente, la misma cosa. Bajo esa luz las relaciones entre individuos y grupos, sectores, países, responden a razones claras: simbiosis, competencia, depredación, parasitismo… Esta crisis tiene, entre otras, dos causas precisas: el sistema financiero se ha transformado en un cáncer que ha crecido a expensas del sistema productivo; y ecosistemas estables (países desarrollados) han sido colonizados por otras especies (países emergentes). Los economistas equivocaron el camino al pretender que la suya fuese una ciencia exacta. Por eso sus predicciones fallan con precisión matemática. Economía es biología."

Autor: Ginés Valera Marín. Murcia.
Extracto de la revista XLSemanal, Nº 1255.

jueves, 17 de mayo de 2012

Para Cris


Voy a decir lo que nadie se atreve a admitir: vivimos en un mundo cruel.
He visto a muchos flaquear y dejarse vencer por las dificultades, por las circunstancias. Llegan a cambiar todo aquello que son, todo aquello en lo que creen porque no son lo suficientemente fuertes para tomar el camino difícil.
Ésta falta de fuerza termina situándoles en una posición cómoda, fácil y extremadamente insatisfactoria. Ya no tienen que luchar, ni asumir culpa alguna, pero pierden amigos, experiencias y oportunidades. Esto les convierte en seres infelices y mezquinos. La situación que ellos mismos se han creado les sumerge en un mar de malos sentimientos hacia la felicidad de los demás: envidia, odio, egoísmo, resentimiento…La existencia de este tipo de personas hace que el mundo sea un poco más cruel de lo que ya era en un principio.
Después, quizá con menos frecuencia de la que me gustaría, me encuentro con personas que tienen un don especial para no dejarse corromper y que jamás se cansan de luchar. No importa lo que les depare la vida: obstáculos, desgracias, traiciones. Cuantos más golpes reciben, y cuanto más duros son estos, más energías reúnen para recomponerse trozo a trozo. Continúan dando lo mejor de sí mismas. Gracias a ellas el mundo todavía no se ha convertido en un infierno. Todavía hay esperanzas.

Yo no sabría clasificarme en uno de estos dos grupos. Sé que mientras pueda mantendré mis creencias y mis ilusiones intactas. Mi peor desgracia sería cambiar…pero a veces dudo de si seré tan fuerte como para mantenerme en pie. Mis inseguridades en ocasiones me comen viva. Soy humana, y me he perdido muchas veces. Me he mantenido todo este tiempo en una lucha constante conmigo misma. En estas estaba hará unos 3 o 4 años, cuando apareció ella.
Despacio y casi sin darme cuenta, comenzó a despertar en mí sentimientos y esperanzas que estaba empezando a perder. Primero una conversación en la que sentía que me escuchaban, luego un beso tierno en un mal día, después un esfuerzo, una ayuda en algo que me estaba costando. Terminó siendo un verdadero apoyo.
Empecé, sorprendida, a darme cuenta de que tenía a mi lado a alguien que se dejaba la piel por dar sin esperar una recompensa. Sentí que regresaba a mis 15 años, que tan lejanos me parecían. Ese despertar a la vida lleno de ingenuidad, ilusión y buenas intenciones que tan poco tiempo duró.
Ella me hizo rejuvenecer y me rescató a unos pocos pasos del abismo. Ella, una persona que, contrariamente a otros que me habían abandonado, tenía motivos para convertirse en alguien triste, egoísta y débil. Alguien que sufrió una serie de desgracias, de pérdidas que trajeron tras de sí más obstáculos. Pero se sobrepuso a ellos, siguió adelante, tuvo la buena voluntad de ayudarme, de quererme, y me abrió los ojos.
Cris, no sé si te das cuenta de que has logrado que me crea que no hay nada que no pueda superar, no hay nada por lo que no pueda luchar, nada que pueda hacerme cambiar…Seguramente ni te has dado cuenta de que para mí eres todo un ejemplo de humanidad, de superación…me has aportado una dosis letal de esperanza que no dejará que flaquee, que me traerá grandes experiencias y a grandes personas que, ahora, sé que existen. Y para mí, no hay nada más valioso.
Celebro este día en el que, hace 28 años, llegaste al mundo con esa luz. Y celebro haberme encontrado contigo en mi camino.
Espero poder convertirme en un estímulo que te ayude siempre a recordar que debes seguir en busca de la felicidad, porque sé que lo tienes todo de tu parte para encontrarla. Puedo decir con toda seguridad que siempre estaré aquí para ti. Eres parte de mi familia, la familia que no requiere de lazos de sangre para permanecer unida.

Te quiero.

domingo, 13 de mayo de 2012

No hay que cambiar el gobierno, hay que restaurar el sistema.



En España estamos viviendo actualmente las consecuencias de un progreso muy mal entendido. Tras la transición a una democracia que aún hoy es joven, es evidente que ha habido importantes avances en lo que a conciencia social se refiere.
Sin embargo, ¿a qué nivel? Mi impresión es que muchas, aunque por fortuna no todas, de esas conciencias sociales son sólo apariencia, una mentira. El fallo radica en haber enfocado ese progreso de manera equivocada. Tuvimos la mala suerte de abandonar una dictadura justo en el momento en que el Capitalismo se alzaba…El resultado es una sociedad que ha pasado de la más absoluta represión a una especie de espejismo de libertad basada exclusivamente en el consumo. Todo, absolutamente todo está enfocado hacia el mercado.
El mayor ejemplo que se me ocurre es la educación. No son sólo el gobierno, la crisis y los recortes lo que la hace empeorar, sino gran parte de la propia comunidad educativa…El principal agente educativo son los padres o tutores. La mayoría de los padres ignora cuál es su cometido. Algunos cometen el error de no atender a sus hijos, mientras que otros (que suelen ser los peores), lejos de implicarse en la educación de sus hijos, se exceden. Esto resulta altamente contraproducente para los niños. Se aprende de los errores, y esta clase de padres que tanto abunda, no les deja equivocarse. A través del error y de las consecuencias de éste, a través del juego, de la libertad, de la experiencia, y no exclusivamente del estudio, los niños, que vienen al mundo y lo encuentran todo nuevo, comienzan a adquirir responsabilidades y competencias que, más allá de los conocimientos, les serán muy útiles. Gracias a la adquisición de estas competencias, su mente, su personalidad, sus capacidades se desarrollan y se convierten en herramientas que les ayudarán a desenvolverse en todos los ámbitos sociales. Para comprender esto debemos ver a los niños como personas que conformarán el mundo del futuro, no sólo a nivel profesional y laboral, sino lo que es más importante, a nivel ético y moral. Y sobretodo, debemos tomar este enfoque con la principal motivación, que es hacerlo POR SU BIEN. Una persona feliz enriquece la sociedad, y la sociedad adquiere su sentido, que es enriquecer a las personas también a nivel individual.
Ante esto, surge una pregunta: ¿por qué hay tantos padres que se equivocan en cuanto a la educación de sus hijos? La respuesta es, como decía antes: el capitalismo, el consumo. Ponerlos por delante de valores como la solidaridad, la asunción de responsabilidades, la cooperación, el respeto, la humildad, etc. ha propiciado la aparición de otros valores erróneos como la competitividad, el ser más que los demás. El mercado crea cada vez más necesidades con el objetivo de que no dejemos nunca de consumir. Eso impulsa a mucha gente a querer llegar a lo más alto profesionalmente, a querer tener cada vez más. Y, por supuesto, a querer que sus hijos también lleguen a esa meta, de por sí inalcanzable a causa de nuestras constantes exigencias. Estos padres no dan cabida al error en la vida de sus hijos porque viven a través de ellos. Consciente o inconscientemente les están utilizando para aparentar ser más que los demás, de cara a la galería. No actúan por el bien de sus hijos, sino por el suyo propio.
La sociedad, llegados a este punto, está enferma. La educación es el primer paso hacia una sociedad equilibrada y justa, y, cuando la descuidamos, nos condenamos.
Todas estas conclusiones las saco de lo que veo día a día. En la facultad de magisterio, en las prácticas, se nos enseñan valores que muchos padres y algunos malos profesores acaban tirando por tierra. Veo todos los días a niños hipnotizados por videojuegos, ordenadores, móviles, clases de judo, de fútbol, de natación…todo ello productos de consumo. El ocio y la libertad, la salud, se van convirtiendo en obligaciones, lo que altera su esencia, su sentido. Irónicamente, los niños son empujados salvajemente a competir, a ser más que los demás. Pero, contrariamente a lo pretendido, los niños no crecen como personas preparadas para la vida. El ansia por llegar a lo más alto malogra su educación, y les hace seres competitivos, pero no competentes. Una suerte de robots preparados para enriquecer a los más poderosos, a los más egoístas. Estamos creando consumidores en potencia y, en el proceso, vamos dejando dinero por doquier.
No, no sólo es necesario cambiar el gobierno. No sólo es necesario protestar para cambiar la política, que también. Lo primordial es acabar con este sistema que en lugar de crear comunidades que colaboren para generar riquezas y personas felices, crea ejércitos de consumidores compulsivos que pelean entre sí. Y gran parte de la culpa, aunque no queramos asumirla, la tenemos nosotros mismos. Empecemos por cambiar esta mentalidad, por comenzar a pensar por nosotros mismos, por asumir responsabilidades, esfuerzos y valores realmente importantes, y por transmitirlos en la medida de lo posible. Desechemos los malos sentimientos como la envidia, el resentimiento, la ira, el egoísmo…que únicamente nos hacen daño, convirtiéndonos en seres infelices y mezquinos, mercancía en manos del capitalismo. Luchemos por asumir valores como el respeto, la cooperación, el amor, la solidaridad, la perseverancia, la diversión, la cultura, etc. que nos lleven a un objetivo común: la felicidad, que se halla en nosotros mismos, en el bien de todos. Y quien no me crea, que lo ponga en práctica y lo compruebe por sí mismo.
Vamos a procurar tener siempre presente una máxima: sólo se puede ganar a través del triunfo de todos. Juntos.